Florentina Fischer

Nací en Montevideo en los años 90, una época en la que la tecnología empezaba a entrar en nuestras vidas.

Cuando era niña me encantaba dibujar y pintar con lápices de colores, no recuerdo un día sin dibujar atardeceres en mis cuadernos en clase. Tengo recuerdos claros de los profesores de mi escuela que me decían que dejara de dibujar todo el tiempo y tratara de concentrarme en mis matemáticas y mis estudios...

Disfruté mucho coloreando paisajes, porque me recordaba mis buenos tiempos de verano. Siempre me encantan los días de verano, especialmente los días de vacaciones.

Afortunadamente, tuve una infancia muy feliz que realmente me ayudó a superar las dificultades cuando era mayor.

Realmente agradezco a mi hermoso entorno. Mi madre me enseñó a amar las flores, especialmente las rosas, pasaba horas en su jardín. A mi padre también le encantaba pasar horas en el mar, navegábamos y realmente lo pasábamos como nunca. Las vistas más hermosas que he visto jamás.

Disfruto mucho de un largo paseo por la playa, al atardecer, si descalzo es mejor.

Hoy en día me gusta pasar unos días libres en el campo con mis hijos y mi marido. Le encanta ir a la finca y me enseñó a apreciar la naturaleza tal como es, a sentirla con la mano, a tocar la tierra y sentir la brisa fría o cálida en mi cuerpo.

Realmente siento que eso es lo que intento decir en mi arte. Mi amor por esto, la naturaleza, por conectar con quienes no están en la tierra, en su cuerpo, pero sí de manera espiritual, en la belleza de todo lo que aprecio.

Estudié arquitectura y actualmente estoy trabajando en un gran proyecto de construcción de una casa. Hace unos años, tenía mi propio negocio de fabricación de pañuelos de seda estampados y hechos a mano.

Cuando nacieron mis hijos, decidí cambiar de carrera y dedicarme al interiorismo y luego, con el paso de los años, comencé a trabajar en un gran proyecto de construcción.

¡Pintar es mi momento de relajación!