Joan Miró

Pintor catalán por excelencia, Joan Miró nació en Barcelona en 1893 y murió el 25 de diciembre de 1983, en Palma de Mallorca a los 90 años de edad. Su tierra de origen siempre será de gran importancia para él, tanto en su mente como en su arte, ya sea en la pintura, la escultura, el grabado o la cerámica.

Desde muy joven está sumergido en un universo creativo con un padre joyero y una madre ebanista. 

Sin embargo, Joan Miró, empieza estudios de comercio, animado por su padre, antes de abandonarlos y atender clases de artes plásticas en la Escuela de Bellas Artes de la Llotja de Barcelona. 

En 1912, decidido a ser pintor, se incorpora a la Academia Galli de Barcelona, dirigida por Francisco Galli, arquitecto de formación, y allí descubre las grandes corrientes y tendencias artísticas que se están desarrollando en Europa.

A sus inicios, Joan Miró dejó huella en varios movimientos artísticos, empezando por el fauvismo, y más tarde el cubismo y el expresionismo. Es a partir de su llegada a París en 1919 que se desarrolla artísticamente y se orienta hacia un onirismo al que adhiere definitivamente. Allí conocerá y entablará amistades con artistas contemporáneos como Max Jacob, Antonin Artaud, Tristan Tzara o André Masson. 

Un círculo de artistas efervescentes, que entran en colaboración y conseguirán cambiar las convenciones estéticas de la época y abrir camino hacia a un nuevo idioma. 

Una vez liberado de sus exigencias y métodos convencionales, Joan Miró se revelará en una sencillez de expresión.

Fascinado por el inconsciente, se acerca muy naturalmente al grupo de los surrealistas en 1924. Sus nuevos compañeros de gouache se llaman André Breton, Paul Eluard y Philippe Soupault. 

Adhiere completamente a su sentido del humor desfasado, a su actitud alegre y provocadora. Le da rienda suelta a su espontaneidad y a su espíritu infantil.

Su pertenencia al movimiento alcanzó su punto culminante en 1925 durante la exposición "Pintura surrealista". Exposición colectiva junto a Marx Ernst, Paul Klee y Man Ray en la galería Pierre de París, donde expuso su cuadro "Carnaval de Arlequín" que recibió un éxito contundente. 

Cabe destacar también la importancia de su cuadro "El Nacimiento del Mundo" de 1925, en el que materializó el puente entre su tierra catalana de origen y su florecimiento parisino.

A partir de 1928, la relación entre Miró y el movimiento surrealista se volvió más complicada. Poco a poco, la política interfirió entre los compañeros creando fuertes tensiones hasta 1930. Algunos de los miembros se declararon alto y claro a favor del Partido Comunista mientras que la otra mitad prefirió luchar a través de la pintura. Miró se retirará entonces gradualmente y se dedicará principalmente a los collages, la escultura gigante y la cerámica. Juan Miró dejó una huella única en la Historia del Arte, de hecho sus óleos sobre lienzo son hoy en día de las obras más influyentes del siglo XX.