Presentación
Originario de Nantes, Jean Sellier trabajó toda su vida como “pintor”, como él mismo la describió, además de su trabajo como arquitecto.
Vivió intensamente pero en secreto esta “profesión de la pintura”. Reservado por naturaleza, la comunicación y promoción en torno a su obra no eran su prioridad. Tampoco le gustaba ser el centro de atención y prefería las sombras a la luz. Permaneció así toda su vida fuera de los caminos oficiales.
Su obra está marcada por una investigación constante y exigente. Gran contemplativo, la observación de los patrones y colores de la vida ocupó un lugar fundamental en su vida.
Sus cuadernos dan testimonio de sus ensoñaciones sobre la naturaleza. Allí encontramos numerosos detalles que marcan el desarrollo de una forma observada y reinventada: materiales, volúmenes, texturas. Así, detrás de sus composiciones geométricas y orgánicas se esconde un examen detenido de los ornamentos presentes en determinados insectos, animales o plantas. Todo teñido de un estilo propio de los años 60 y 70.
Su vida terminó en 2007 en Pénestin, en una pequeña casa que él mismo había diseñado.
Este lugar era de soledad e inspiración, así como de hermosas amistades compartidas. Un lugar donde pasó todo su tiempo creando, dibujando, pintando.
Protegido de las exigencias del mercado y de la moda, su obra sigue siendo profundamente personal. Sin pretender agradar ni vender, en verdad, dejó tras de sí una producción artística inmensamente conmovedora, inventiva y profunda.