Lionel Le Coq

Apasionado por la madera desde su infancia en un taller de carpintería, Lionel adquirió un precioso stock de madera vieja que creció naturalmente entre 1700 y 1970, secándose durante décadas. Su amor por la madera crece día a día trabajando con estos tableros, testigos de una época pasada.

Su misión es sublimar esta madera vieja respetando sus líneas, sus nudos y sus salidas de ramas, resaltando la belleza natural de cada pieza. Se considera a sí mismo un “contrabandista de madera", inspirándose en la filosofía de Alain Mailland de que “la naturaleza es una reserva de milagros". De la mañana a la noche, talla, tornea y da forma a la madera, siempre en busca de nuevas técnicas para crear piezas únicas.

A través de sus paneles y tótems, rinde homenaje a su principal fuente de inspiración: su Bretaña natal.