SergDady
Biografía
Lo que me gusta de la fotografía acuática es que rara vez llegas a casa decepcionado, siempre hay algo que asimilar, la luz, el camino, a veces el simple momento vivido en las olas es suficiente.
El océano es caprichoso y rara vez deja una masa de agua utilizable durante más de 2 horas en Charente-Maritime. Así con el tiempo aprendes a dejarte sorprender y dejar tus expectativas en casa.
En estos momentos todo cuenta: el viento, el coeficiente de marea, el tiempo, los arenales, el oleaje. La costa es salvaje, difícil de domar y despiadada. Las olas son crueles e indiferentes, pero profundamente familiares. En cuanto los dejamos, se intensifican las ganas de volver. La relación con el océano es cada vez más fuerte. Tienes que ir allí, volver allí, echar un vistazo a las cámaras web regularmente, vivir lo más cerca posible, ir a ver el agua por la mañana antes que los demás y quedarte por la noche después que los demás.
Para mí no es solo un trabajo, es levantarme de madrugada para meterme al mar sin nada en el estómago más que la emoción del momento que viene, y despertarme en el agua por segunda vez. Nace para el día.
Dejarse llevar, ser parte del movimiento del agua, luchar a veces. El océano tiene esta capacidad de disolver nuestras emociones, las olas lavan nuestros males, refrescan lo que a veces hierve dentro de nosotros. Entrar al agua enojado por la mañana y salir relajado, con hermosas imágenes como resultado, es la terapia más hermosa.