Fotografía Callejera

El reciente descubrimiento de la fotógrafa Vivian Maier ha dado lugar a un renovado interés por la fotografía callejera. A diferencia de un fotógrafo más ecléctico, el fotógrafo callejero elige un solo objeto: la ciudad, pero es un espejismo, de hecho, este objeto está fraccionado, difuso, inasible. Las bellezas de una ciudad, sus habitantes, su paisaje urbano… La fotografía callejera es el arte de agudizar la mirada, de educar su presencia en la compleja ciencia del instante. La interacción entre el hombre y su entorno urbano fascina, cuestiona e inspira. La urbanización galopante tiende a demostrar que la ciudad es el hábitat natural más adaptado a nuestra condición humana, pero la contaminación, el amontonamiento y el estrés urbano dicen lo contrario. ¿Quiénes son entonces los extraños animales que habitan estos enormes hormigueros, esos que llamamos ciudadanos? ¿Cuáles son sus costumbres, cuál es su historia? El fotógrafo se hace testigo de esos momentos anodinos que marcan el día a día de la ciudad: un hombre con un ramo de flores, un paseo nocturno o simplemente la terraza de un café. Como un documental, cada fotografía contiene una parte de verdad: sublimar lugares vacíos donde el tiempo parece detenerse, o momentos fuertes, ricos en escenas y eventos espontáneos. La puesta en escena es inútil, del frenesí urbano hará surgir naturalmente la sorpresa, el color, el encuadre y la animación. El ciudadano, nómada, no verá detenerse su camino en este instante robado. Aquí es, sin duda, donde reside toda la fuerza poética de la fotografía callejera. Sumérgete en las fotografías de Londres o las de Nueva York. Cada uno de los fotógrafos propuestos a continuación habrá hecho una elección diferente, tomar una foto compuesta o capturada en el momento, eso es lo que distingue el enfoque de los artistas: ¿encantar lo urbano o dejarse encantar por él? Luego están los fotógrafos que prefieren jugar con la interacción humana, componiendo una foto como un escenario de teatro donde pasan actores mientras otros se contentarán con el escenario vacío, el único paisaje. Del mismo modo, surge la cuestión del color o del blanco y negro: el monocromo congela inmediatamente el instante en un pasado ya pasado, mientras que el color da vida a la escena, le da una energía de sorpresa y encanto siempre renovadas. Ya se trate de un detalle sin profundidad de campo o de una toma amplia, la fotografía callejera sigue estando gobernada por este principio: revelar lo banal. Una mano levantada llama a un taxi, como una pareja se besa frente a la terraza de un café con Robert Doisneau. Dos casas y una glorieta amarilla, un rayo de sol que atraviesa la cerca, todas las cosas que vemos todos los días sin mirarlas. Ya es hora de volver a encantar lo cotidiano. Por eso, Artsper te propone su selección de fotografías urbanas.