Ouarzaz expone en numerosas galerías de Marruecos y Europa. Es uno de los artistas más destacados del movimiento de arte contemporáneo marroquí y fue uno de los prestigiosos invitados de la exposición-evento de 2014 en el Instituto del Mundo Árabe, Le Maroc contemporain, organizada por su presidente, Jack Lang, en colaboración con el Rey de Marruecos Mohamed VI.
Efectivamente, Ouarzaz procede de una tierra del sur de Marruecos y pertenece a nuestro tiempo. Sin embargo, escapa a nuestras clasificaciones. En las pinturas de Ouarzaz, a menudo se distinguen figuras de demonios, en el sentido de un genio familiar, mitad hombre mitad animal, un espíritu que nos acompaña. Sócrates tenía su daimôn que le susurraba respuestas. Platón, en El Banquete, vuelve a estos seres intermedios entre los hombres y los dioses gracias a los cuales son posibles la adivinación y la magia. Vemos a algunos de estos seres bailando en Tabal. El daimôn de Ouarzaz es más grande, más fuerte. Puede invadir un lienzo completo y llevarse al espectador con él. La fuerza de la obra de Ouarzaz se debe a esta genialidad telúrica. Es él quien nos lleva a un mundo que parece cercano al de Jackson Pollock. Cuando Pollock parte del arte occidental para incorporarse a la cosmogonía de los amerindios, Ouarzaz parte de su tierra para incorporarse a una abstracción que juega con el goteo y técnicas renovadas (diluciones, manchas y superposiciones).
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