Sobre una superficie generada por una mancha, la abstracción comienza a imponerse sobre el lienzo, del que estalla en todo su esplendor una paleta de rojos, azules, amarillos y, sobre todo, verdes. Giros cromáticos, inmensas ondas entre matices nos sitúan como observadores de un cosmos que fluctúa, sucede, gira, fluye y transcurre una y otra vez, de manera orgánica y sostenida. Lo que en la obra estalla, se desvanece, gotea y se destaca, aparece condicionado por el gesto de la artista, que en la pluralidad de sus obras se materializa en fragmentos, en la intención de la figura aparente o grafismo que intensifica el devenir de la pintura y desprende de él, desencadenando una abstracción diferente.
Ouroboros, Ichtus y otros simbolismos secretos, manifiestan la conexión pura de la artista con su esencia, con la fuente universal. En este sentido, la obra se transforma en un escenario gestual donde, impulsada por la investigación y el comportamiento del color, Tamara Sweere propone una interpretación del caos tangiblemente organizado, al tiempo que reflexiona sobre la esencia humana como parte del cosmos, en un paralelismo con su trabajo. Cada pincelada del artista podría ser comparable a las partículas que componen el universo, esas mismas, diminutas en tamaño, que se mueve consciente de su finitud; pero que, sin embargo, en la memoria permanecen inmutables, como las marcas que en el universo de las obras de Tamara se imprimen en nuestra retina avanzando sin límites dando lugar a lo fantástico.
La muestra individual de la artista propone una selección de obras amalgamadas en la pluralidad del registro curatorial, donde la ficción y la información se manifiestan en un lenguaje singular; mientras que el espectador se debate entre la decodificación racionalizada y la contemplación despreocupada.
Ceres González. Curadora y crítica de arte. GALERÍA AZUR MADRID
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