La anécdota no es arbitraria, si la relación padre-hijo se desarrolla en un territorio que abraza una condición filial, el intercambio entre estos dos artistas sugiere un vínculo novedoso basado en un proceso creativo, como lo atestigua la correspondencia mantenida por ambos, intercambios que transforman a los protagonistas: padre-hijo-artista.
Al crear una serie de obras alusivas que también son piezas independientes, Claudio Fourcade (el primero en esta trinidad secular) trabajando desde Buenos Aires, Argentina; aborda una serie de pinturas abstractas que respiran la tradición del género originado en el Río de la Plata. Una pintura plana y geométrica llena de variaciones modulares de forma y color; las señales inequívocas de la formación formal del autor como Arquitecto.
Julián Fourcade (el hijo) dibuja en Cochabamba, Bolivia; objetos de la vida cotidiana que se pueden encontrar en casa, así como aviones derribados de la Segunda Guerra Mundial; ambos en un estilo que da testimonio de sus extensas lecturas de cómics en blanco y negro: de Crumb a Solano López y de Bilal a Moebious. Construye sus dibujos con una pluma estilográfica y cartuchos de tinta como munición, únicos testigos de su quehacer artístico.
La muestra pretende funcionar como una reunión de dos tipos de estéticas en funcionamiento, opuestas en la superficie; pasando de la abstracción a la figuración y viceversa. Planteándose la cuestión de qué lenguaje porta el juicio de valor sobre la soldadura que une la muestra: la relación filial o la relación artística. Confluencia de cuestiones formales y afectivas, la muestra es una oportunidad para que el ojo atento se adentre en el universo de estos dos artistas para descubrir la síntesis armoniosa de Padre-hijo-artista.
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