Baptista Antunes

Joaquim Antunes, que prefiere firmar 'Baptista Antunes', uniendo los apellidos de su padre y su madre, nació el 8 de marzo de 1953 en Sertâ, Castelo Branco, una de las provincias más pobres de Portugal.

Sexto hijo de una numerosa familia campesina, Joaquim Antunes pasó parte de su juventud cuidando los rebaños, cuidando a sus hermanos y ayudando a su padre en la recogida de la corteza del alcornoque. Muy pronto fue considerado la "oveja negra" de su familia porque se rebelaba contra el conformismo religioso y las supersticiones populares de su origen.

Fue a principios de los 80 cuando empezó a dibujar, tras una serie de viajes, el último de los cuales le llevó a Nueva York donde, sin saber nada de arte, descubrió tanto a Chagall, cuya libertad me maravilla, como el Guernica de Picasso.

Tenía entonces 20 años y, desde los quince, camarero en un gran hotel de Lisboa. Llevando una vida agotadora a la que no puede resignarse, empieza a trazar todo tipo de seres imaginarios por la noche en el reverso de las hojas de menú que consigue recuperar. Muy pronto fue advertido por el poeta y pintor surrealista Mario Cesariny, quien lo animó a dedicarse a la pintura (entonces pintaba un cuadro al día en un estado de frenesí total). Luego, gracias a una beca de la Fundación Gulbenkian, se mudó a París en 1987.

Posteriormente, se incorporará a la Neuve Invention de Lausana y luego a todo el circuito del arte “singular".