Cada forma de arte constituye un lenguaje universal con su propio código y transmitiendo sus propios significados. El código y los significados no se hacen necesariamente explícitos y, por lo tanto, crean vínculos que trascienden nacionalidades, razas y religiones. El artista, que según el cliché vive en su torre de marfil, transforma este lenguaje universal en un dialecto propio. Creemos que (des) ubicar a un artista en otra cultura le permitirá agregar nuevas frases y nuevas letras a su idioma. Esto lo convertirá en un iniciador de una sociedad sin fronteras.
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