Daniel Marcoux

Improvisar con trazos libres y audaces, como hacían con entusiasmo los pintores de acción de los años cincuenta, mientras exploraban nuevas formas de superar los límites de la creatividad. Pintar con concentración, energía y libertad. Las fuentes de mi inspiración son el impresionismo, la abstracción lírica y el expresionismo abstracto (Riopelle, Pollock, Ferron, de Kooning, etc.). A veces tiendo a dejar mi obra inacabada, para que respire, y a dejarla sin resolver, como suele ocurrir con los acontecimientos de la vida. Es importante para mí dar rienda suelta a mi inspiración, para mantener el entusiasmo. Por eso mi obra no tiene formato, ni está hecha pensando en el marketing. 

Mi inspiración es libre y mi obra puede moverse en direcciones diferentes e imprevisibles. ¿De dónde viene la inspiración? ¿Viene de mí, o soy yo quien bloquea la inspiración? ¿Cómo se puede abrir de par en par el canal de la creatividad? He trabajado toda mi vida en el mundo del arte (diseño gráfico, teatro, fotografía, etc.) y me he movido mucho (Europa, América, Asia...). Después de pasar un tiempo trabajando con la tecnología (animación en 3D, enseñando a dibujar con ordenadores) descubrí que las obras de arte tecnológicas no me emocionaban. Redescubrí el placer de utilizar el cuerpo para crear arte y la calidad y belleza de la imperfección del gesto humano. Disfruto de los accidentes que ocurren durante la creación y que forman parte del proceso. Aunque anhelo la tranquilidad y el amor a la paz que se encuentra en la naturaleza, por algunas razones a menudo mis cuadros acaban siendo todo lo contrario, con mucha energía y acción en ellos. Parece que la oposición entre lo que anhelo y la experiencia y el ritmo de las grandes ciudades en las que he vivido es un generador de creatividad.